¿Alguna vez has escuchado el termino mal de ojo? Esta es una antigua creencia que habla de que alguien nos deseó el mal. Este se puede identificar a través de diferentes situaciones y experiencias que hacen que nos cuestionemos cuando nuestra "mala suerte" llega a un extremo.
Es normal que algunos días nos sintamos decaídos o tengamos un mal momento. Quizá tenemos malas experiencias o nos sentimos más sentimentales en algún momento, pero ¿qué pasa si ese malestar se prolonga? Quizá la respuesta está en un ambiente denso de energía o el mal deseo de alguien.
Descubre a continuación cómo identificar cuando se trata de algo normal, o si realmente interfirió en nuestra vida la maldad de alguien.
¿Qué es el mal de ojo?
Muchas culturas alrededor del mundo creen que un pensamiento o una mirada es capaz de causar daño a alguien en forma de enfermedades, lesiones o incluso la muerte.
Esta hipótesis popular se basa en la idea de que las personas somos energía y, por tanto, cuando estamos rodeados de energía negativa puede influenciarnos en nuestra salud o estado anímico, ya sea sin querer o con intención. Se dice que puede ser transmitida a través de la mirada, por eso tiene ese nombre.
¿Cuáles son los síntomas del mal de ojo?
Los síntomas son bastantes generales, por eso es importante que antes de cualquier especulación, se descarten otras posibles patologías. Si tienes dudas de que tu hijo o familiar esté siendo afectado por una energía negativa, primero debes acudir al médico y ver si es una enfermedad.
También, se debe saber que los niños son los más susceptibles a padecer este mal, por lo que sus síntomas serán más fuertes y evidentes, por lo que experimentará signos como: falta de apetito, vómitos y diarrea, llantos descontrolados sin causa concreta, falta de sueño y posible aparición de manchas en la piel.
En el caso de los adultos, el mal de ojo no afecta tanto a la salud, sino que las dolencias son a nivel psicológico. Una persona a la que le realizaron mal de ojo, suele notar alteraciones como nerviosismo, sensación irracional de miedo, paranoias, etcétera. Además de vómitos, mareos o náuseas pero en menor intensidad que en los niños.