A menudo las personas ignoran y reprimen sus emociones, esto puede ser por el nivel de vida que llevamos, siempre rápida y con muchos estímulos.

El apego es una unión emocional que muchas veces tratamos de minimizar, situación que no es de lo más óptima porque muchas veces es justamente este tipo de vinculación el que nos provoca que duelan tanto las rupturas, que sean tan duros los duelos, y que nuestras relaciones humanas muchas veces se vuelven hostiles y complicadas.

Para que logremos comprender más sobre el apego, en este artículo explicaremos qué es, cuáles son los 4 tipos de apego que existen y cómo influyen en nuestras relaciones.

¿De dónde nace la teoría del apego?

El estudio del apego se remonta a las investigaciones que realizó el médico Sigmund Freud, quien trató de analizar como se generaba una relación emocional con otra persona en la que interfieren el consuelo, el placer y el cuidado.

Sin embargo, a quien se considera el creador de la teoría del apego es a John Bowlby, quien centró el grueso de sus investigaciones en esta conexión entre los seres humanos, que se da cuando las relaciones son de carácter duradero.

Pero finalmente fue Mary Ainsworth quien estudió el apego infantil que se desarrollaba entre los niños y sus madres, comprobando cuáles eran sus reacciones cuando se les separaba de ellas y volvían a encontrarlas al poco tiempo.

Fueron sus estudios los que determinaron 3 tipos de apego: el seguro, el inseguro ambivalente y el inseguro evitativo. Luego, otros dos investigadores, Main y Solomon, catalogaron un estilo de apego más: el desorganizado inseguro.

¿Cuáles son los tipos de apego que existen?

A continuación te presentaremos los cuatro tipos de apego. Presta atención, pues estos conceptos te podrían ayudar a que te conozcas más  y que puedas encontrar mejor el equilibrio necesario en el trato con los demás.

El apego seguro implica que el niño es capaz de separarse de sus padres sin poner problemas. También son pequeños que cuando sienten miedo o angustia se acercan a sus padres o tutores y cuando salen del colegio, por ejemplo, se sienten contentos de volver a su hogar y ver a sus familiares.

Generalmente los padres que juegan mucho con sus hijos no crean relaciones de dependencia y les enseñan a expresar las emociones. Por lo tanto se transforman en adultos más autónomos y empáticos, con una autoestima sana y unas relaciones duraderas. Son hombres y mujeres que no tendrán ningún problema a la hora de expresar las emociones y en compartir sus sentimientos con los amigos o pareja.

Durante la infancia, los niños que poseen el ambivalente muestran desconfianza hacia los extraños, estrés y ansiedad cuando sus padres se marchan y, cuando estos regresan, no hallan consuelo y se muestran enfadados.

Esta actitud a futuro provoca que establezcan relaciones de dependencia, causando que durante su edad adulta no sepan gestionar sus emociones, caigan en rupturas frecuentes, inestabilidades emocionales y constantes sensación de temor a que su pareja no les ame o no les desee realmente.

Les resulta difícil interactuar de la manera que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan.

Por lo que respecta al apego evitativo, esta es la postura que adoptan los niños que evitan a sus padres o que no buscan el contacto y el consuelo en ellos cuando tienen miedo o algún problema.

Estos niños generalmente viven en contextos donde se les presta poca o nula atención y los más pequeños desarrollan grandes problemas de inseguridad en ellos mismos. Este tipo de apego es frecuente en las situaciones de abandono.

En la edad adulta esto se traduce en la incapacidad de mostrar las emociones y evitar las relaciones de mayor intimidad, así como en personalidades de baja autoestima.

Los niños con apego desorganizado tienen una mezcla de los anteriores. Ante sus padres se muestran confundidos o dubitativos e incluso es frecuente que terminen adoptando un rol de cuidadores de sus padres.

En la edad adulta, les cuesta entablar relaciones afectivas profundas, por lo que suelen tener relaciones breves o volátiles. Y los menores tienen tendencia a conductas explosivas, destrucción de juguetes, así como grandes conflictos con sus padres o cuidadores.

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