Elizabeth Taylor consumió tantos medicamentos de prescripción en los años ochenta que un médico que revisó sus documentos asumió que la paciente estaba muerta, pues las dosis eran “demasiado altas para una persona viva”.

De acuerdo con la nueva biografía “Elizabeth Taylor: The Grit & Glamour of an Icon” escrita por Kate Andersen Brower, en 1983 su adicción a los medicamentos de prescripción era tan severa que su nuera, Aileen Getty, anónimamente metió una denuncia en contra de algunos de sus doctores, que supuestamente le facilitaban  estas sustancias.

Esto llevó al descubrimiento de qué y cuánto consumía la actriz de “Cleopatra”. Al parecer, Taylor juntó casi 1000 recetas que contenían 28 medicamentos diferentes entre 1983 y 1988 incluyendo tranquilizantes, pastillas para dormir y pastillas para el dolor.

En algún punto, la actriz se sentía tan mal que pidió a su hijo que le inyectara el opioide Demerol.

El hijo de la legendaria actriz reveló en el libro que este episodio sucedió durante el matrimonio de Taylor con el senador John Warner. "Ella sonaba mareada… pero no pasó mucho tiempo cuando me di cuenta de que estaba bastante drogada con otra cosa. Estaba sentada en la orilla de su cama en ropa interior y tenía una jeringa en su mano derecha", recordó, aclarando que él se negó a administrar la medicina.

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