Una emotiva celebración de la vida del fallecido Príncipe Felipe se realizó este martes en la Abadía de Westminster. Un servicio que sufrió modificaciones para que la Reina Isabel pudiera participar, ya que en vez de durar una hora, se estableció que la ceremonia no se extendiera de los 40 minutos.
Su Majestad llegó hasta el recinto y entró por una entrada lateral. En su trayecto desde el Castillo de Windsor a la Abadía fue acompañada por el Príncipe Andrew, quien regresó a los actos públicos, luego de que en febrero de este año firmara un acuerdo extrajudicial para evitar un juicio supuestos abusos sexuales.
Una vez adentro, se sentó en una de las dos sillas Canadá que siempre usa el soberano o el miembro más antiguo de la familia real en los servicios en la Abadía de Westminster. La Reina Isabel sorprendió a todos poniéndose de pie para cantar el himno, pese a que se había reportado que era posible que no lo hiciera por su condición física, la que se vio reducida tras sufrir Covid.
Una de las cosas que llamó la atención fue lo emocionada que se vio Su Majestad al cantar el himno nacional británico, llevando a que algunos incluso aseguraran que la vieron dejar caer un par de lágrimas.
Acto seguido, la Reina Isabel fue escoltada para reunirse con oradores en el Poet's Corner.
La presencia de Su Majestad en el servicio fue catalogada de conmovedora, ya que la monarca de 95 años no había asistido a deberes reales fuera de su casa desde finales de octubre.