Este sábado, se llevará a cabo la esperada final de Coliseo, el programa de comedia de Mega donde, quien salga electo como ganador o ganadora, se presentará con su rutina en el mismísimo Festival de Viña 2026, donde, hasta ahora, solamente está confirmado Stefan Kramer como humorista.
Una de las participantes que está en esta decisiva etapa es Liset Benítez, artista, actriz, profesora de piano y comediante más conocida como Lis la Cubana que llegó a Chile hace 7 años y que, hace poco más de uno, se dedica a hacer reír a la gente con sus actuaciones que mezclan contingencia, teatralidad y música.
En conversación con TiempoX, Lis se refirió a sus primeros pasos dentro de la comedia nacional, así como también del cara y sello que, muchas veces, viven quienes tienen como misión sacar una sonrisa en el resto. Del mismo modo, también habló del prestigio que le significaría estar en Viña y de lo difícil que es hacer chistes en un país extranjero.
Lis la Cubana: Superando el Coliseo para poder llegar a Viña
-Viendo tus rutinas en Coliseo, uno va conociendo tu tipo de humor que mezcla música, teatralidad, contingencia. Pero, ¿cómo tú definirías tu humor?
Aún estoy definiéndolo, principalmente porque llevo poco tiempo, un año más menos, y este se ha ido armando poco a poco. Obviamente es humor musical, porque cuento con mi teclado, que fue lo primero que estudié pero también hay acting. Pero si hay algo que sí está definido, es que es de extremos, es decir, puede abarcar desde lo fino hasta lo chabacano. Eso me encanta porque yo soy así, es parte de mi esencia como persona.
-Llevas muy poco tiempo dedicándote a la comedia, ¿qué te motivó a ingresar a Coliseo?
Yo estos hace 7 años en Chile. En Cuba me desempeñaba en televisión y en grupos de teatro, pero cuando llegué comencé desde cero, buscando muchas vías y fue difícil, porque cuando iba a hacer casting, obviamente mi acento no me ayudaba. Incluso, cuando hacía casting como extranjera, tampoco me iba bien, porque me decían que no me veía tan inmigrante. La pasaba mal.
-Imagino que estabas frustrada con todas las negativas…
No encontraba escenario, pero en esa frustración nació la comedia. Un día fui a El Cachafaz, donde hicieron una audición y empecé a hacer show de varieté donde hacía el personaje de una canuta que se calentaba tocando unos versículos. Desde ahí, las personas de mi alrededor me motivaron diciéndome que soy cómica.
-¿Cuáles sientes que han sido los aprendizajes que te dejó Coliseo?
Crecí, pero tremendamente con Coliseo. Cada 15 días teníamos que mandar una rutina nueva, y para mí, que llevo poco tiempo en la comedia, era un desafío. Trabajaba muchísimo hasta altas horas de la madrugada y en la noche iba probando los nuevos chistes.
-¿Hay harto apoyo entre los comediantes en los pasillos de Coliseo?
Sí, totalmente, había una energía muy bonita, de cariño, aprecio, tirarse para arriba, desearnos buena vibra. Obviamente, había competencia, pero esto estaba al último lugar, porque realmente todos sabíamos que, más allá de ganar, todos buscábamos dar un buen show.
-¿Qué es lo más difícil, para un extranjero, hacer comedia en otro país?
Conectar con el remate. Yo llevo 7 años en Chile, el resto de mi vida estaba aislada del resto del mundo en Cuba,. Entonces, lo que más me ha costado es lograr que el remate, que es la parte chistosa de la historia, sea algo con lo que se puedan conectar los chilenos. Por ejemplo, tengo un chiste sobre el Tourette de Mozart, pero que no sabía como relacionarlo con el país, pero, gracias a que tengo mucha gente ayudándome, me recomendaron que lo juntara con el Súper Taldo. Por lo mismo, siempre estoy preguntando cómo conectar mis ideas con algo chileno.
“Una de las cosas más sanadoras que me ha pasado es poder reírme de mi enfermedad, me ayuda a sobrellevar el tema”
-¿Cómo has sentido la reacción del público con tu humor?
Hay gente que, de corazón, se me ha acercado para decirme que le encanta lo que hago. En Chile hay mucha gente que ha sido muy linda conmigo y que me ha ayudado, porque cuando llegué al país caí en depresión, porque el cambio fue muy violento y radical.
-¿Por qué?
Llegué justo para el Estallido Social y luego pandemia. Después atravesé por una operación muy complicada, todo en un lapsus de cuatro años. Tuve que tomar pastillas antidepresivas, asistir mucho a terapia por una crisis de bulimia, la cual tengo desde los 17 años. Fueron años violentamente difíciles.
-¿La comedia e, incluso, la risa del público, te ha ayudado a sobrellevar esos complejos momentos?
Totalmente. De hecho, cuando hablé de la bulimia en una de mis rutinas, unas chicas que sufren lo mismo me hablaron para decirme “qué bonito poder reírme de esto. Cada vez me identificó más contigo”. Del mismo modo, también vi una publicación con aquel chiste donde dos personas decían que eso no era para la risa, pero una de las cosas más sanadoras que me ha pasado es poder reírme de mi enfermedad, me ayuda a sobrellevar el tema. Eso sí, debo decir que hay un gran trabajo detrás de eso, y yo creo que no pasa a todos los comediantes.
-¿Cómo?
Uno no tiene ganas de reírse todos los días. Todos tenemos días de mierda, incluso la persona que más uno puede admirar. Y claro, esos días uno no tiene ganas de hacer reír o siquiera de mirar a la gente. Pero hay días donde, pese a sentirse así, uno tiene que pararse en un escenario… y eso es dificilísimo. Hay días donde debo salir al escenario luego de llorar media hora porque me entero de que mi mamá no tiene agua ni luz en Cuba, luego de hablar con ella por teléfono. Ahí me maquillo, salgo a hacer mi rutina, pero es un proceso muy fuerte en lo emocional.
El sueño de Viña
-En caso de ganar Coliseo, ¿qué significaría estar en Viña del Mar?
Es uno de los mejores festivales que existen en Latinoamérica. Desde chica lo veía. El poder estar delante de un montón de personas en la Quinta Vergara ya es ganar. Ahora, obviamente, si tú vas tienes que tratar de hacer las cosas bien, porque si te están dando la oportunidad, tú tienes que demostrar que te lo mereces. La verdad es que si no voy este año, quiero postular para el otro. También me gustaría ir a Olmué.
-¿Sería muy significativo para ti?
Sería demostrar que las mujeres podemos ser ridículas, simpáticas, lindas, sexis e incluso feas, que una puede ser todo a la vez. Me encanta romper estigmas y poderme demostrar que yo puedo hacerlo. Yo me veo como una actriz que hace comedia, entonces, me encantaría demostrar hasta dónde yo puedo llevar un personaje.
-Este año, al venezolano George Harris le fue mal en Viña y él acusó xenofobia por parte del público. ¿Sientes que su actuación pone, de ahora en adelante, cierta presión sobre los comediantes internacionales?
El problema fue que él no trajo humor para los chilenos. Si tú vienes a Viña, tienes que traer chistes para los chilenos porque, sí, ese día había muchos venezolanos, pero siempre habrá más público local. Yo también he visto comediantes cubanos que hablan de cosas que solo nosotros nos acordamos, pero la gente de acá no lo sabe. Yo creo que George Harris tenía que, no sé, haber salido a escena vestido de Rappi para que los chilenos conectaran de inmediato, pero no le pudo dar vuelta a la situación.
